dilluns, 11 de març del 2013

Happy VERDE-y, yaya...


Y que tu viuda, con 100 años te mande flores...




Justo me lo cuenta y una gran ternura me invade y por poco me echo a llorar, pero aguanto, no porque no me vea ella, que ya no me ve… si no por vergüenza. Me doy cuenta que al final del show, la parte más emotiva ha sido el hecho de que le hayan llevado los ramos al abuelo…

Así va hoy nuestra charla, peculiar, como de costumbre. Me cuenta que ha soñado con él, que lo había visto, ahí de pie, como si fuera de verdad, que le pregunta “¿qué hora es? Y él contesta – “las seis y media”… y en ese momento, vienen y me despiertan…

La yaya…

La Teodora, como la conocen todos en la residencia.

La encuentras en su silla de ruedas, con la manta cubriéndole las rodillas, cerca de la estufa, al pie de la puerta. Pocos son los días que tienes que buscarla por el centro, ese día quizás haya tenido una mala noche, algún resfriado que le ha hecho descansar más de lo normal y se ha quedado echada en la cama, pero enseguida se levanta, dispuesta a estar un rato con nosotros, en la cafetería, la sala de visitas o en el parque, mientras los críos juegan,

Hoy tiene un día especialmente alegre y se le nota en la cara. Aunque tenga los ojos hundidos, la mirada ausente, la piel grabada con un siglo de vida… sigue estando radiante, será la emoción con la que explica sus aventuras. Me recuerda la ilusión que le hizo que viniera a verla “el alcalde de Igualada, que majo, todas estaban alucinadas… “Teodora, ahora serás famosa…”

La sordera y su escaso catalán hace que nuestras conversaciones sean auténticos diálogos de besugo… entre chillar y traducir, se nos va la tarde…

Hablar con ella es abrir el baúl de los recuerdos, porque… en otra dirección, ya poco encuentras. Sólo un esbozo de resignación “si pudiera ver un poco más…”  Esa es su única esperanza, su única petición que pone de manifiesto con cada muestra de interés ajena… ¿“ que qué me falta? ¡Un poco de vista…! lo que daría yo por veros”

La Yaya y sus tesoros: su abanico, su monedero de cremallera, su dentadura y su transistor. Siempre pregunta por todos, por todo… - “Y el trabajo” – “Bien”, miento.


El otro día celebramos su 100 cumpleaños. Con números en mayúsculas, si es que existe ese concepto. Y la verdad es que ver las velas encendidas impresiona. Tanta vida ahí detrás de tres muñones de cera derritiéndose. Hoy ha sido una gran fiesta y no es para menos. El “feliz en tu día”, parece que se ha cumplido. El “que cumplas muchos más”, como suelo decir yo misma, en muchas ocasiones… “milagros a Lourdes”.

No todo el mundo llega a los cien y menos de la manera que ha llegado ella. Con alegría. Se respira en el ambiente que todos quieren participar de su día con su  misma ilusión. Flores, bombones, pastel, brindis…. La Teodora ha cantado, ha hablado para las cámaras, ha bromeado… Ha sido la protagonista y se lo merece.

Ya quisiera saber que deseo pidió al soplar… quizás el nicho compartido con el abuelo? Otro de sus temas favoritos. Te habla de esto con tanta naturalidad como el que se va a comprar un armario a Ikea, y es que si lo miras fríamente…

La yaya, que con su 100 cumpleaños consiguió que nos juntáramos todos… bueno, menos Javi, a quien un problema de salud le jugó una mala pasada. Desde aquí le mando un abrazo muy fuerte. Bien sabe él que le echamos mucho de menos.

Tenía ganas de verla después de la fiesta, con más calma, y charlar con ella un rato, que me contara lo que ya sabía, la ilusión que le hizo todo… y ahí fue cuando me lo soltó.

Que qué bonito el ramo de rosas, que le tuvieron que cortar los rabos porque eran muy largos y no cabían en el jarrón, y que se lo habían llevado junto con el que le trajeron por la mañana.

Y ahí si que no pude evitar emocionarme y pensar… que bonito, después de un largo camino, que tu viuda, en su 100 cumpleaños te mande flores.


Va por ti, Yaya.

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